Decir que el amor ya no existe, que no es como lo vivieron nuestros padres, que se ha transformado en pasiones intensas y cortas en el tiempo o que el propio romanticismo es solo cosas de poetas, nos muestra como desconocedores de uno mismo. Afirmar esto significa no haber metido nuestras manos dentro del corazón y extraer, cual mago sacando un conejo de la galera, todo el bagaje de sentimientos, de sensibilidad, de entrega, de emoción, de generosidad y de deseos que tenemos depositados en él.
Tal vez por egoístas, interesados y materialistas, por una hiperactividad que no conduce a ninguna parte o por no mirar a nuestro alrededor, desconocemos que existen esos valores, o los mantenemos guardados durante mucho tiempo en nuestro interior sin intensión de usarlos a la brevedad.
Todos contamos con la capacidad de amar y sufrir por ello si es necesario; todos tenemos la facultad de emocionarnos ante un amanecer, una sonrisa, un beso o una caricia. Lo que necesitamos es el detonante, la motivación, la llave para abrir ese corazón cargado con mercadería vital para el alma y eso únicamente lo logra la poesía.
Los versos de amor son el mejor remedio, pues movilizan nuestro espíritu y accionan sobre nuestra mente, devolviéndonos el recuerdo y la emoción de lo vivido; resucita lágrimas y sonrisas, placeres y dolores, dudas y certezas. Los poemas encierran el futuro para aquellos que no han tenido pasado y nos regalan la vida.
En este libro persigo lo mismo que usted y es el amor, el amor con todos sus disfraces, con sus traiciones y fidelidades, con sus historias, que son las de todos, quizás no tan felices como nos hubiera gustado vivirlas.
Espero que sienta con cada estrofa que lee, la misma magia que experimenté al escribirlas