EMIGRANTES POR EXPERIENCIA.
Jorge Andrés Guerrero Pinilla

La enérgica destreza con que corrían los caballos y los perros con sus jinetes y sus amos respectivamente, armados y empuñando antorchas en medio de la ira desenfrenada de una multitud, provocaron un ruido escalofriante que se hizo más agudo al interior de los tímpanos de Andreas Jordi, quien en su trote asustado y de ligero desplazamiento le hacía temblar, sudar y correr más rápido, mientras pisoteaba la hierba húmeda, el fango y las rocas sin reparar en mirar atrás… -Morirás... Engendro del Demonio…- gritó un fornido hombre al lanzar una flecha que atino sobre las prendas de ropa con oscura tonalidad, que hacían perder de vista aparentemente la figura de aquel joven sentenciado a muerte, rompiendo finamente la capa que cubría sus hombros, mientras un paso en falso le hizo tropezar y caer a un profundo abismo hacia un río, durante un escalofriante episodio que para él, duro algo más de cuatro segundos mientras recordaba con lágrimas en sus ojos la imagen de su amada padeciendo en medio del fuego que carcomió sus carnes e hizo cenizas con sus huesos…- Córtenle la cabeza y cada uno de sus miembros a ese mal viviente…- pedía a gritos el monarca, mientras padecía de dolor al ver su mano desmembrada, derritiéndose entre el fuego, junto a los restos de la mujer del fugitivo.
¡Andreassssssss!...- Sintió la voz de sus dos hermanos gritarle con llanto y preocupación mientras padecía suspendido en el aire, al caer segundo a segundo y recordó claramente como una masa de gente extraña quemó sus cultivos, invadió su castillo y obligó a su mujer y a él a someterse ante los hierros incandescentes sobre su espalda y la de ella, mientras eran atados y torturados, para ser amarrados y en medio de la plebe ser expuestos en una hoguera. Recordó que despertó de su estado inconsciente y estando en el suelo, logró tomar su posición de rodillas, mientras sus pupilas enceguecían en llanto al ver a su amada morir por la furia egoísta de los dogmas humanos…